La anexión a España de Isabel II y la posterior guerra para restaurar la República Dominicana, componen uno de los episodios más difíciles y traumáticos de nuestra historia y la de España.

El imperio español tenía pocas colonias en América en 1863 así que combatió con todas sus fuerzas para mantener a Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo bajo su poder.

España se lanzó a incursionar en esta aventura porque las condiciones internacionales de geopolítica les eran favorables.  EUA se encontraba envuelto en la Guerra de Secesión (1861-1865), del norte contra el sur;  Francia invadió a México;  España aprovechó entonces y aceptó la oferta que Pedro Santana le hacía.

En Estados Unidos de América (EUA), el norte y el sur luchaban una guerra interna.
El norte del país quería una mano de obra libre, barata y abundante;
el sur deseaba mantener su mano de obra esclava.

En ese ambiente revuelto, Francia aprovechó e invadió a México y
España aprovechó para aceptar la invitación de Pedro Santana.

Inmediatamente se anunció la anexión, algunos patriotas reconocieron el fallo y se rebelaron: Francisco del Rosario Sánchez en El Cercado; en Moca; en San Francisco de Macorís y en Las Matas de Farfán.

Pasaron 2 años de tranquilidad. Al principio los dominicanos -convencidos por Pedro Santana y su equipo- pensaban que al quedar bajo dominio español, el futuro del país sería mejor.

En 1863 el país estaba convencido de que el país estaría mejor siendo independiente. La guerra en la República Dominicana tomó un giro popular y social. Su objetivo consistió en sacar a las autoridades y tropas españolas del país.  La Guerra de Restauración se enfocó principalmente en el Cibao y tenía su gobierno en Santiago de los Caballeros.

Guerra de la Restauración
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